viernes, 20 de diciembre de 2013

ÉLIDE BRERO. Semblanza.


Junto a su compañero de reparto Ubaldo Huamán en Lima 13

La carrera de Élide Brero incluye televisión, cine y teatro. Se casó a los 28 años, dio a luz a dos hijos y ha visto crecer a cinco nietos. En el 2012 fue convocada para tres películas y dice tener energía para más.
Texto: María Isabel Gonzales.
Fotografía: Rubén Grández.
 
Cuando Élide Brero recuerda las anécdotas detrás de filmaciones y estrenos de este año, cuenta que todo empezó con una conversación con la directora Joanna Lombardi en la sala de su casa. Mientras tomaban café, Joanna intentaba convencerla de hacer el papel de 'Pilar' en Casa dentro. A la vez Élide trataba de advertirle que "era sorda, hacía mucho que no hacía cine y no sabía cómo iba la memoria". Pero Joanna era insistente, seguía contándole cómo serían las grabaciones. En algún momento de la conversación, Élide recordó su primer rol para la pantalla grande. El director era Francisco Lombardi y la película Caídos del cielo. Fue como ver un pequeño trailer de una parte de su vida. Eso le bastó para aceptar la oferta.
Las siguientes propuestas de actuación, en Lima 13 y Viaje a Tombuctú, fueron llegando una a una, sin atropellarse. Recuerda que el director Fabrizio Aguilar la llamó para un casting y ella se sorprendió porque creía que ya se había graduado de hacerlos. Terminó por ir a su oficina para enterarse del proyecto. Una vez allí, Fabrizio le dio una hoja con un diálogo del guión. Le pidió que lo memorice. Ella lo miró y, con esas maneras que bordean entre el 'cuadre' y el 'vacilón', le dijo: "Ay, te pasaste, si me lo acabas de dar. ¿Acaso a ti te dan un papel y te lo memorizas?". Así le aceptaron que leyera el papel en la prueba y a los tres días le dijeron que era la elegida. Desde aquel momento sabía del desnudo del personaje. Pero ella, como ha resuelto todo en la vida, no le dio muchas vueltas. Ahora recuerda que una amiga le comentó que su hijo ya no iba a poder mirarla a la cara. "Dile que me mire a la cara si eso es todo lo que me tiene que mirar", le respondió.
En el último día de grabación de Lima 13, la llamó Rossana Díaz, directora de Viaje a Tombuctú. Le contó de qué trataba la historia y, casi incrédula de que le llegaran tres proyectos al hilo, dijo que sí. Antes de seguir contando sus avatares del 2012 aclara que no se cree una diva y que si este año se animó a encarnar a tres mujeres ha sido porque le gustaron las historias y sus apasionados directores. Y sobre todo para contagiarse de la energía de cada equipo. “Me gusta andar con los jóvenes porque me dan vida. En cambio los viejos te hablan de fútbol o política y de que ya no nos arregla nadie. Eso me da pica".
También acepta que trabajar en estas películas –y estar dispuesta a seguir haciéndolo– es porque el teatro, donde empezó su carrera, es mucho más demandante por naturaleza. Por más audaz que sea tiene que cuidarse. "Tengo todo lo que una persona de mi edad puede o no tener. Es decir, no tengo apéndice, no tengo vesícula y tengo divertículos. Uso audífonos en ambos oídos y tengo dientes postizos". Reconoce que, aun cuando las grabaciones no han sido extenuantes, igual se siente agotada, y en un mes de tanto ajetreo como diciembre la fatiga se hace más evidente. Lo que más le gusta es que la reconozcan en la calle. "Me encanta que me saluden. ¡Qué más quiero! En las grabaciones como soy viejita todos me ponen el brazo, me engríen", asegura.
Sangre de artistas
Élide es la madre de Gianfranco Brero, uno de los actores peruanos más reconocidos. Y está orgullosa de eso. Entre las fotos familiares tiene un retrato de Gianfranco sosteniendo la Concha de Plata al mejor actor en el Festival de Cine de San Sebastián. Recuerda cuando ella y su esposo, Aldo Brero, llevaban a él y a su otra hija a los talleres de teatro que empezaron en los años 60 con el actor Ricardo Blume. A veces el profesor llamaba a Gianfranco al escenario para que apoye en las voces y él lo hacía con gusto.
Después de esta anécdota no hay que equivocarse: Élide puede estar orgullosa de Gianfranco pero no tiene preferidos. Conoce bien a su familia y está feliz de tener una nieta productora y otra que ya terminó la carrera de actuación. Desde hace tres años vive en casa de su hija y, aunque está cómoda, también ha tenido que ir acostumbrándose a sus idas y venidas. Vivir en compañía luego de 20 años de estar sola no es sencillo. Cuando Aldo murió decidió quedarse en el departamento que había compartido con él y valerse por sí misma.
Cuenta que el nombre con el que todos la conocen: 'Élide Brero' no es un seudónimo. Adoptó el apellido de su esposo porque en la época era usual. Su nombre completo es Élide Pinasco D'Onofrio. Pero "Élide Pinasco de Brero era muy largo" y menos se iba a quedar con "Élide P de Brero", porque ella "no era la 'P' de nadie". Al escuchar este relato pareciera que nada le causa muchos aspavientos. Pero lo cierto es que en sus inicios como estudiante de actuación le daban ataques de pánico. Una vez  se bajó de un escenario en pleno taller de Ricardo Blume porque no recordaba sus líneas. "Tenía miedo de hacer el ridículo. Soy muy autocrítica. Ahora cuando me veo en la pantalla siempre pienso que debimos hacer la escena otra vez y me veo más vieja. En una escena de Casa dentro mis manos parecían garras".
Resulta más inverosímil enterarse de que una joven Élide no pensaba en ser actriz. Después del colegio, como una chica en la segunda mitad de los años 30, su rutina consistía en leer y salir con las amigas y la familia. Luego se fue a trabajar con su papá en la tienda de telas de la familia Pinasco. Era él quien la llevaba al cine y al teatro. A su lado descubrió a las compañías que hacían giras por Lima. Su mamá murió cuando ella tenía doce años y su papá nunca la dejó convertirse, al ser la mayor de siete hermanos, en la segunda mamá. "A veces mi abuelo me decía que a mis hermanos les faltaban botones. Mi papá no hacía caso y me decía que me fije qué daban en el cine".
Después de ese hombre que la crió, fue su esposo, Aldo Brero, quien le dio otro empujoncito hacia el arte. Irónicamente él era todo lo que no quería en un compañero: "más joven, ingeniero, italiano e hijo único de madre viuda". Pero lo que descubrió con el tiempo es que en realidad era un apasionado de las artes. Por eso es que a los cuarenta años, convencida por él, llevó clases de actuación. Cuando fue a la prueba de Lombardi para Caídos del cielo en el 89', una vez más convencida por su esposo, no hubiera imaginado lo que estaba por suceder. Al día siguiente Aldo falleció de un paro cardiaco. Después de quince días le ofrecieron el papel de una anciana que había enterrado a su hijo una década atrás y aún guardaba luto. "Separé mi personaje de la vida real porque soy 'antiluto'. Los muertos se entierran y lo que queda es lo que viví con esa persona".
Recuerda que le pidió ayuda a Gianfranco para practicar el personaje. "Piensa en alguien que no sea acelerada como tú", le dijo él. Empezó a practicar cuando iba a comprar fruta. Se ponía unos taquitos y pedía todo de buena manera. Las vendedoras le preguntaban si se sentía bien.
Antes de despedirse cuenta que la cocina ya no es su fuerte y que tampoco puede coser mucho, pero muestra su pantalón con orgullo. "Era de Aldo y yo lo reforme. Ahora como pasatiempo me queda algo de croché". Para terminar, solo quiere reiterar su mensaje a los directores de cine: "Si quieren una viejita, acá estoy". Porque para el cine le sobran ganas. 


martes, 29 de octubre de 2013

GIANFRANCO BRERO Y ALBERTO ISOLA.

ESPERADO REENCUENTRO. El talento y la experiencia de Alberto Isola y Gianfranco Brero se unen, dos décadas después, en Dúo, puesta que habla sobre el tiempo y las cosas que dejamos ir.
Cecilia Castillo.
Veinte calendarios han tenido que pasar para que dos grandes de la escena vuelvan a reunirse en el teatro: Alberto Isola y Gianfranco Brero. El gestor de ello es Giovanni Ciccia, quien este fin de semana estrenó Dúo, una puesta con dos historias: ‘El acompañamiento’ de Gorostiza y ‘Príncipe azul’ de Griffero. La temporada es en el Teatro Larco.
Los actores simplemente se muestran entusiasmados con esta nueva convivencia. “Es la realización de un deseo largamente ansiado. El reencuentro con un gran actor y un gran amigo”, dice Alberto mientras Gianfranco añade: “Alberto es uno de los primeros amigos que tuve. Es mi compañero de teatro, mi maestro permanente, es mi hermano de la vida.
Regresar al teatro con él, a pesar de los 20 años que han pasado desde la última vez que actuamos juntos, ha sido como pasar de una habitación a otra. Es como si no hubiera pasado el tiempo... más allá de algunos achaques”.
Sobre Dúo, una puesta que habla sobre el tiempo y las cosas que dejamos pasar, Isola señala que debe ser vista por todas las edades. “Para los que todavía son jóvenes es una buena advertencia. Creo que las dos obras tienen de todo para todos”, asienta. Y en opinión de Brero: “Es una gran ocasión de ver a dos actores reconocidos, en escena. Además es una lindísima puesta en escena de Plan 9 dirigida por Giovanni Ciccia. Vale la pena, te lo aseguro”.
¿Alberto, cómo ve a la nueva generación de actores?
-Me gustan mucho. Son arriesgados, exigentes, creativos. Me gustaría que leyeran más y que pensaran más en colectivo.
¿Usted ha podido o puede vivir solo del teatro?
–Vivo del teatro, pero me ramifico. Actúo, dirijo, enseño. A veces hago locuciones. Me las he arreglado bien hasta ahora. No me he hecho rico, pero eso nunca estuvo en mis planes.
En TV lo vimos en La Tyson, ¿se animará a regresar a una TN o es muy demandante?
–Siempre estoy dispuesto a volver a la televisión, si me ofrecen cosas como Mi problema con las mujeres, Los exitosos Gomes y La Perricholi. No me parece demandante si algo me interesa.
-Gianfranco, tienes una fuerte presencia en la pantalla grande. ¿Qué te ha dado el cine y cuál es el papel que aún no llega?
-El cine es otra de mis pasiones. Ya llegará cuando sea el momento. No hay que presionar.
–Sigues pensando que un espacio como ‘3G’ no podría estar en señal abierta, debido a que considera que todo se maneja en base al rating y no a la calidad de contenido?
-Por supuesto que sigo pensando lo mismo. La televisión abierta (con excepción del Canal 7) no piensa en el rol que debe tener en la sociedad, sino solo en hacer dinero. Y si el dinero lo ponen los anunciantes, y estos solo piensan en el rating para poder vender sus productos, ¿qué crees que podrían hacer los dueños de los canales? Pues simplemente dar “lo que le gusta a la gente”. No piensan más allá.

domingo, 25 de agosto de 2013

LECTURA Y TEATRO.

La lectura y la reflexión ética.

Salomón Lerner Febres

Hace algún tiempo escribíamos sobre la importancia de la lectura.  Complementando esas ideas hoy quisiéramos  decir que la lectura forma nuestra sensibilidad y nuestro pensamiento a la vez que ofrece un material de incalculable valor para la reflexión moral y política. Las tragedias clásicas, los dramas de Shakespeare, las novelas rusas, entre otros notables textos, elaboran un complejo retrato del alma humana, de sus inclinaciones y conflictos, así como plantea la posibilidad de examinar posibles cursos de acción, normas y formas de comportamiento concebidas como potencialmente virtuosas o viciosas. La literatura nos acerca al universo de la conducta humana en la perspectiva de la experiencia, no desde la abstracción puramente teórica.
La lectura orienta nuestra capacidad de juzgar y forja nuestro carácter. Nos invita a explorar la densidad y complejidad de otras vidas y examinar otros modos de valorar la existencia. Nos permite comprender y cuestionar las decisiones de personas que tienen otras costumbres, profesan otros credos y abrigan otras aspiraciones para sus vidas. Los grandes libros hacen posible que nos acerquemos, no con la claridad del principio racional, sino con la perspicacia propia de la sabiduría práctica, a la particularidad de las vidas de seres concretos, que tienen que enfrentar situaciones adversas o propicias respecto de sus anhelos cotidianos, circunstancias que ponen a prueba sus capacidades y disposiciones morales. Adentrarse en la lectura implica poder sentir la tristeza o la indignación de la víctima que padece un mal inmerecido, vibrar con el reencuentro de los seres queridos tras una larga separación propiciada por los dioses. Las grandes obras alientan el desarrollo de la empatía a la vez que promueven el discernimiento en torno a situaciones críticas de  nuestra propia vida.
El tipo de reflexión que ofrece la literatura nos sitúa en medio de dilemas morales concretos, que los personajes afrontan poniendo en juego no solamente su capacidad para comprender y actuar sino también nos acerca a  sus actitudes emocionales y a su manera de procesar su propia historia personal. Son justamente esas situaciones, en las que es necesario optar, en las que se  someten a prueba tanto los principios que rigen realmente sus acciones como sus competencias para interpretar acertadamente las situaciones que enfrentan y las relaciones que entablan con otras personas. Las novelas y las obras teatrales nos exhortan a ponernos en el lugar de los personajes que enfrentan tales circunstancias, lo que nos permite formar y sopesar nuestra propia capacidad de comprometernos con el otro. Las obras literarias pueden fortalecer nuestro sentido de solidaridad y de justicia.
Las novelas y las obras teatrales pueden asimismo promover un sentido firme de ciudadanía y afirmar la cultura de los derechos humanos. El compromiso con los derechos universales requiere tanto de convicción y lucidez en materia de la reflexión y la observancia de las normas como disposiciones para el reconocimiento del otro y de las situaciones de injusticia que enfrentan y en tal circunstancia las obras literarias interpelan a la vez nuestra mente y nuestro corazón. Las distopias que retratan Un mundo feliz y 1984 –por citar solo un caso– nos describen un sistema de instituciones en los que la libertad individual no tiene lugar y en el que las diferentes situaciones de la vida pública y privada de la gente no escapan a la mirada vigilante de los gobiernos. Estas narraciones distópicas nos invitan a pensar las condiciones del ejercicio de la libertad (y las condiciones de su pérdida). De hecho, nos interrogan acerca del lugar de la autonomía en nuestras vidas y su valor como un principio rector para una sociedad justa y razonablemente estructurada. La lectura de obras literarias promueve este ejercicio moral tan importante y nos remite hacia nuestra propia existencia para preguntarnos acerca de su valor y sentido.

miércoles, 21 de agosto de 2013

KACHKANIRAQMI. SIGO SIENDO. La película.

























Seguimos siendo.


En 1966 sufrí una conmoción al oír el disco Ayacucho de Raúl García Zárate, que contiene algunas de las mejores interpretaciones instrumentales de la historia de la música peruana. Pero Ayacucho conmueve no solo a los melómanos sino a todos. Como me comentó un  amigo: “García Zárate confiere a esta música una dignidad que permitirá a quienes la desdeñan apreciarla en lo que realmente vale”. Tuvo razón: el reconocimiento universal de Raúl García Zárate ha crecido junto con el de la música que él contribuyó a dignificar.
He sentido una conmoción similar al ver Kachkaniraqmi –Sigo siendo–, la película de Javier Corcuera. Es cine y es poesía con color y movimiento, y en su urdimbre la música popular peruana adquiere una dignidad majestuosa. Corcuera ha logrado un maravilloso contrapunto entre imagen, luz, sonido y trama, a través de un cuidadoso trabajo, todo atravesado por la presencia intangible de José María Arguedas, como un espíritu tutelar que define una mirada peculiar sobre el país y sus gentes.
La película se abre con una cita del autor de Todas las sangres: “Existe en el quechua chanka un término sumamente expresivo y muy común; cuando un individuo quiere expresar que a pesar de todo aún es, que existe todavía, dice: ¡Kachkaniraqmi!”. Sigo siendo testimonia la vigencia de una identidad que, sometida a durísimas pruebas, ha sido capaz de persistir, recreándose en un continuo diálogo e intercambio con las demás culturas del mundo. Javier Corcuera ha construido una historia sobre los peruanos tomando como hilo conductor el retorno de algunos de sus más grandes músicos populares –como el violinista Máximo Damián– a su lugar de origen, el pueblo donde nacieron, donde les nació la vocación y donde terminaron convirtiéndose en portavoces privilegiados de la sensibilidad de sus coterráneos: sus sueños, penas y alegrías. Muchos han vivido el desgarro de la migración y Lima es un referente obligado para ellos y para los millones de peruanos que abandonaron su tierra de origen para dirigirse a la capital y cambiarle el rostro.
Hay temas recurrentes desde las primeras escenas: el agua, los caminos, el viaje, paisajes que quitan el aliento y la música, donde todo empieza y todo desemboca. Navegando en una laguna de una belleza sobrecogedora una nativa shipiba, Roni Wano (Madre del Agua), canta una bellísima canción al agua en shipibo conibo  para exorcizar el desastre ecológico que nos amenaza.
Don Máximo Damián, eximio violinista ayacuchano amigo de Arguedas, se dirige a su comunidad, Ishua, para participar en la fiesta del agua. En el camino se detiene en Carmen Alto, en Chincha, para rendirle homenaje a don Amador Valleumbrosio, violinista negro y eximio zapateador. El cortejo con que visita su tumba lo forman decenas de jóvenes que zapatean acompañados por el mágico violín de don Máximo y el ensamble entre el zapateo negro, las melodías andinas y la percusión afroperuana es maravillosamente armónico; un diálogo intercultural que no conoce de teorías y se funde con la historia: los antepasados de Valleumbrosio narraban que originalmente ellos se acompañaban con la percusión, y quienes trajeron el violín fueron los indígenas migrantes de Ayacucho y Huancavelica, que venían a trabajar a las haciendas. Es igualmente una lección de interculturalidad la bellísima muliza huanca que Carlos Hayre compuso para el filme, con un sutil contrapunto entre saxos y clarinetes que es una lección de vanguardismo musical firmemente asentado en una sólida identidad nacional.
Don Máximo prosigue su camino y participa en el bautizo ante el apu tutelar y del debut de Palomita, una joven danzante de tijeras, limeña de nacimiento e hija de padres puquianos. Signo de los tiempos: esta era tradicionalmente una actividad reservada a los hombres.
En esta inolvidable película desfilan maestros consagrados de la música popular andina, como Damián, Raúl García Zárate y Jaime Guardia, junto con jóvenes valores de voces maravillosas como Magaly Solier y Consuelo Jerí. Participan también grandes artistas de la música costeña, como los guitarristas Félix Casaverde y Carlos Hayre, lamentablemente desaparecidos, junto con figuras consagradas como Susana Baca y Rosita Guzmán, y nuevas cantantes entre las cuales destaca Sara Van, una joven peruana radicada en Madrid, cuya versión de “Cardo o ceniza”, de Chabuca Granda, tiene una fuerza estremecedora. Y tantos más.
Extrañé a Manuel Acosta Ojeda –por lo demás profusamente citado por sus pares–, que debió aportarnos su sabiduría y su legendaria chispa criolla.
Esto somos. Seguimos siendo.
(Por favor, ¡lancen pronto la banda sonora!)
Aquí podrás apreciar el trailer de la película.




En este link podrás encontrar una entrevista que realiza Rosa María Palacios al director de la película Jaime Corcuera.Tiene tres temas: Guerra o Conflicto interno armado, feria del libro y la película KACHKANIRAQMI. Si solamente quieren ver la película click en el minuto 54:20.   http://espacio360.pe/tv/video/en-el-mismo-punto-07-08-2013-programa-completo-f438

Si ud. desea ver los pormenores de la película encontrará la página oficial de la película. http://sigosiendo.pe/

Una entrevista al director Jaime Corcuera. Explica el por qué del nombre de kachkaniraqmi. La película relata una ruta a seguir.












“El filme es una deuda que tenía con Perú”


Javier Corcuera. Cineasta peruano estrena hoy su documental ‘Sigo siendo’ en el que resalta nuestra identidad a través de diversos músicos de nuestro país.
Janet López Gonzales
‘Sigo siendo’, el más reciente documental del cineasta peruano Javier Corcuera ganó el premio a Mejor documental en el Festival de Cine de Lima 2013. Tras el galardón, la cinta que hace un recorrido por diversos músicos de nuestro país resaltando nuestra identidad, llega hoy a las salas de cine. Doble motivo para conversar con su  director.
¿Qué sentiste cuándo premiaron a tu documental como el mejor del Festival de Cine de Lima?
Todo premio siempre es motivo de alegría. Fue muy emotivo, solo espero que ese reconocimiento ayude al documental a tener buena recepción en el público. Pienso que el mejor, el más grande premio que puede tener una cinta, es que el público vaya a verla. ‘Sigo siendo’ ingresa mañana (hoy) a 24 salas de cines de Lima y posteriormente será presentada en provincia.
¿Cuál es la historia que narra ‘Sigo siendo’?
Son historias de vidas de diversos músicos peruanos, más de 20, algunos muy importantes que son reconocidos, otros medianamente reconocidos y otros que son anónimos y que recién están mostrando su arte. Se hace un recorrido al Perú a través de su música. Al pasar por sus universos van apareciendo sus historias y con ellos vamos viajando por la costa la sierra y la selva de nuestro país.
¿El documental muestra nuestra cultura o nuestra esencia a través de la música?
Sí, definitivamente recoge nuestra identidad a través de la música. Algunos de los artistas vuelven al lugar de donde salieron, de donde hicieron sus primeros acordes o sus primeras letras, de donde adquirieron su identidad. El documental no pretende ser una antología de la música peruana, por el contrario, trata de descubrir al Perú a través de sus melodías.
¿Qué te motivó a trabajar un documental con músicos peruanos?
El documental es una deuda pendiente que tenía con el Perú. He realizado películas en el extranjero y quería hacer algo que hablara sobre las raíces de mi país, que contara y cantara al Perú.
¿En qué te basaste para hacer la selección de artistas que participan en el filme?
Fue un trabajo que realicé con un equipo de investigación, también fuimos asesorados y nos presentaron a algunos músicos, otros los seleccioné a partir de recuerdos o gustos míos.
¿Cómo se desarrolla la  historia de la cinta?
No tiene una estructura dramática. Todo está guiado por el viaje del agua que empieza en los ríos de la Amazonía, baja por los valles andinos y termina en el mar. En ese recorrido del agua nos vamos cruzando con personajes que le cantan al agua.
¿A qué otros festivales será llevado el documental?
Vamos a llevarlo al Festival de San Sebastián, luego al Festival de Cine de Asia y tenemos otros festivales a donde queremos llevar la cinta. Además en octubre será el estreno en España.
¿Qué esperas como respuesta del público?
Simplemente que lo disfrute, estoy seguro que se van a emocionar.
El documental también se conoce como ‘Kachkaniraqmi’, ¿es la traducción de ‘Sigo siendo’ en quechua?
Sí, es su traducción en quechua chanca, y quiere decir  ‘sigo siendo’ o ‘aún estoy’. La palabra es usada como un saludo entre personas que se ven después de tiempo.
LOS ARTISTAS EN LA CINTA 
El filme, una coproducción entre La Mula Producciones y La Zanfoña Producciones, cuenta con la participación de artistas como: Susana Baca, los hermanos Ballumbrosio, Laurita Pacheco, Sara Van, Magaly Solier, Jaime Guardia, Máximo Damián, Consuelo Jerí, Raúl García Zárate, Rosa Guzmán, Lalo Izquierdo, entre otros músicos y bailarines que representan la música de la costa, sierra y selva.
Nacido en Perú, Javier Corcuera radica en Madrid desde 1986. Dirigió diversos documentales pero se dio a conocer en España gracias a su primer largometraje ‘La espalda del mundo’ (2000). Su más reciente filme se llama ‘Invisibles’ realizado el 2007.
FUENTE: Javier Corcuera. Cineasta peruano estrena hoy su documental ‘Sigo siendo’ en el que resalta nuestra identidad a través de diversos músicos de nuestro país.
Janet López Gonzales
‘Sigo siendo’, el más reciente documental del cineasta peruano Javier Corcuera ganó el premio a Mejor documental en el Festival de Cine de Lima 2013. Tras el galardón, la cinta que hace un recorrido por diversos músicos de nuestro país resaltando nuestra identidad, llega hoy a las salas de cine. Doble motivo para conversar con su  director.
¿Qué sentiste cuándo premiaron a tu documental como el mejor del Festival de Cine de Lima?
Todo premio siempre es motivo de alegría. Fue muy emotivo, solo espero que ese reconocimiento ayude al documental a tener buena recepción en el público. Pienso que el mejor, el más grande premio que puede tener una cinta, es que el público vaya a verla. ‘Sigo siendo’ ingresa mañana (hoy) a 24 salas de cines de Lima y posteriormente será presentada en provincia.
¿Cuál es la historia que narra ‘Sigo siendo’?
Son historias de vidas de diversos músicos peruanos, más de 20, algunos muy importantes que son reconocidos, otros medianamente reconocidos y otros que son anónimos y que recién están mostrando su arte. Se hace un recorrido al Perú a través de su música. Al pasar por sus universos van apareciendo sus historias y con ellos vamos viajando por la costa la sierra y la selva de nuestro país.
¿El documental muestra nuestra cultura o nuestra esencia a través de la música?
Sí, definitivamente recoge nuestra identidad a través de la música. Algunos de los artistas vuelven al lugar de donde salieron, de donde hicieron sus primeros acordes o sus primeras letras, de donde adquirieron su identidad. El documental no pretende ser una antología de la música peruana, por el contrario, trata de descubrir al Perú a través de sus melodías.
¿Qué te motivó a trabajar un documental con músicos peruanos?
El documental es una deuda pendiente que tenía con el Perú. He realizado películas en el extranjero y quería hacer algo que hablara sobre las raíces de mi país, que contara y cantara al Perú.
¿En qué te basaste para hacer la selección de artistas que participan en el filme?
Fue un trabajo que realicé con un equipo de investigación, también fuimos asesorados y nos presentaron a algunos músicos, otros los seleccioné a partir de recuerdos o gustos míos.
¿Cómo se desarrolla la  historia de la cinta?
No tiene una estructura dramática. Todo está guiado por el viaje del agua que empieza en los ríos de la Amazonía, baja por los valles andinos y termina en el mar. En ese recorrido del agua nos vamos cruzando con personajes que le cantan al agua.
¿A qué otros festivales será llevado el documental?
Vamos a llevarlo al Festival de San Sebastián, luego al Festival de Cine de Asia y tenemos otros festivales a donde queremos llevar la cinta. Además en octubre será el estreno en España.
¿Qué esperas como respuesta del público?
Simplemente que lo disfrute, estoy seguro que se van a emocionar.
El documental también se conoce como ‘Kachkaniraqmi’, ¿es la traducción de ‘Sigo siendo’ en quechua?
Sí, es su traducción en quechua chanca, y quiere decir  ‘sigo siendo’ o ‘aún estoy’. La palabra es usada como un saludo entre personas que se ven después de tiempo.
LOS ARTISTAS EN LA CINTA 
El filme, una coproducción entre La Mula Producciones y La Zanfoña Producciones, cuenta con la participación de artistas como: Susana Baca, los hermanos Ballumbrosio, Laurita Pacheco, Sara Van, Magaly Solier, Jaime Guardia, Máximo Damián, Consuelo Jerí, Raúl García Zárate, Rosa Guzmán, Lalo Izquierdo, entre otros músicos y bailarines que representan la música de la costa, sierra y selva.
Nacido en Perú, Javier Corcuera radica en Madrid desde 1986. Dirigió diversos documentales pero se dio a conocer en España gracias a su primer largometraje ‘La espalda del mundo’ (2000). Su más reciente filme se llama ‘Invisibles’ realizado el 2007.





Cine. Sigo siendo

Federico de Cárdenas

Emigrado a España por razones vocacionales y favorecido por su doble nacionalidad, Javier Corcuera (Lima, 1967) ha desarrollado allí una valiosa carrera internacional como documentalista que lo ha llevado por medio mundo. Es posible que en sus inicios el apoyo y amistad de Fernando León de Aranoa, importante realizador español, le facilitara las cosas; pero lo restante, que no es poco, lo debe a su propio talento, del que da prueba una obra variada y que es conocida por los cinéfilos gracias a sucesivas presentaciones en el marco del Festival de Lima.
Allí hemos podido ver La espalda del mundo (2002), que contaba con un episodio rodado en Lima y que era la historia de un niño picapedrero que trabajaba en una cantera de la capital; La guerrilla de la memoria (2002) en la que rescataba la poco conocida historia de cinco de los guerrilleros que continuaron por casi un decenio combatiendo al franquismo en las agrestes sierras de la península; Condenados al corredor (2003) con entrevistas a condenados a muerte en espera en prisiones estadounidenses y también Hijas de Belén (2004), cortometraje rodado en este barrio característico de Iquitos.
También se han proyectado Invierno en Bagdad (2005) en la que se centra en los efectos de la ocupación estadounidense en los niños que habitan la capital iraquí; Invisibles (2007), largo de episodios en el que presenta el drama de los campesinos despojados de sus tierras a causa de la guerra interna colombiana y Canciones desde Palestina (2009), que se abre con imágenes impresionantes del sepelio de Mahmud Darwish, uno de los más inspirados poetas palestinos y alma de su relato.
Aunque el Perú no ha estado ausente de las preocupaciones de Corcuera, es verdad que hasta ahora no había tenido oportunidad de dedicar una película íntegra a nuestro país y es en este sentido que hay que entender su afirmación de que “siente estar pagando una deuda” al haber realizado Sigo siendo, cuyo hermoso título original (Kachkaniraqmi) es explicado en un texto de José María Arguedas que aparece como epígrafe inicial.
ESTRUCTURA
El filme se abre y cierra con intervención de una narradora shipiba que cuenta mitos originarios de su comunidad y en especial su relación con el agua, suerte de leit-motiv de las imágenes en su recorrido por selva, sierra y costa del Perú, pero este “viaje del agua” es también desplazamiento de seres humanos. De hecho, la figura que confiere unidad a su primera parte es la del legendario violinista Máximo Damián, quien decide retornar por tierra –tras los pasos del taita Arguedas– a su pueblo natal. En este recorrido se detendrá en Chincha, para visitar a los Valleumbrosio en El Carmen y formar parte de una romería tocada y danzada a la tumba del fundador de esta dinastía de músicos y zapateadores; seguirá su visita a su desertado pueblo y a la abandonada hacienda Viseca, donde JMA pasó sus años de infancia –el recuerdo de los años de violencia brota, espontáneo, para explicar la situación– y finalmente se reencontrará con Raúl García Zárate y Jaime Guardia, músicos y amigos de Arguedas, quienes recuerdan a quien fuera su maestro.
Esta síntesis de la primera parte del filme, en nuestra opinión la más lograda, no pretende ser detallada, pero quedaría incompleta si es que no mencionara el brillante episodio de la “toma de profesión” de una joven danzante de tijeras –una significativa ruptura de la tradición, puesto que hasta ahora los danzantes solo fueron varones– con sus habituales fases de patrocinio, desafíos y envite, tal como JMA lo narrara en “La agonía de Rasu Ñiti”, acaso su más sentido relato corto y obra maestra de nuestras letras.
Hay en el documental de Javier Corcuera un doble movimiento: en su primera parte narra el reencuentro con su terruño de una serie de magníficos intérpretes que tuvieron que dejarlo para conquistar en Lima el reconocimiento por su arte; en la segunda se centra en músicos originarios de la capital  –Carlos Hayre, Félix Casaverde, Chabuca Granda, Susana Baca y muchos otros– quienes evocan a los maestros de la música criolla –Pinglo, Espinel, Acosta Ojeda y varios más– para vincularlos con su propio arte.
IMÁGENES
Así como en la primera parte son los escenarios naturales y campesinos los que predominan, captados con una belleza que corta el aliento del espectador, aquí recorremos los escenarios citadinos en los que se cultivó originalmente la música criolla –representados por esa reunión en el “callejón” barranquino y peñas como la de Don Porfirio–, desde los cuales existe una irradiación vivificadora, pues si bien se trata de lugares donde se conserva la tradición no estamos ante museos paralizados en el tiempo. Nuestra música continúa desarrollándose, viva y abierta a las influencias de hoy, tal como lo sentimos en esa actuación de Susana Baca en una calle del Centro Histórico.
El logro artístico de una película como Sigo siendo se basa en esta mezcla de tradición y modernidad que recorre nuestra música y que supo vislumbrar antes que ninguno José María Arguedas (a quien escuchamos cantar en grabaciones felizmente conservadas y reeditadas), que juega aquí el rol de figura tutelar y fue en los años 50 y 60 del siglo pasado el gran patrocinador y presentador de los músicos andinos cuando vinieron a jugar su suerte en el ámbito limeño. Del mismo modo que la andina, la música criolla es producto de un mestizaje cultural y múltiples influencias, de allí que ambas sean fuentes insoslayables de nuestra identidad.
Todo esto se encuentra puntualmente expresado en la película de Javier Corcuera, que une a la belleza de sus imágenes el haber sabido convocar a lo mejor de nuestros músicos e intérpretes. En este sentido, no se espere encontrar en ella grandes discursos. Aquellos a quienes la reflexión sobre temas de identidad nacional deje indiferentes igual podrán disfrutar de un gran espectáculo, pues el realizador y su equipo han logrado reunir hasta tres generaciones de intérpretes cuyas figuras y arte quedan así preservadas para la posteridad, tal como ya ocurre con Carlos Hayre y Félix Casaverde, fallecidos luego del rodaje.
Concluimos diciendo que todos tenemos una cita imprescindible con Seguimos siendo, que no dudamos en recomendar.

La ficha

Título original. Kachkaniraqmi
Dirección. Javier Corcuera
Guion. JC y Ana de Prada
Intérpretes. Magaly Solier, Susana Baca, Máximo Damián, Raúl García Zárate, Jaime Guardia, Carlos Hayre, Félix Casaverde, familia Valleumbrosio, etc.
Premios. Mejor documental (Festival de Lima)
Producción. Perú/España, 2013
Duración. 120 minutos
 FUENTE: http://www.larepublica.pe/25-08-2013/cine-sigo-siendo



Javier Corcuera: "Presentar documentales no debería ser un desafío en nuestra cartelera"

Los protagonistas del largometraje del cineasta nacional se reunieron en El Comercio para comentar la buena acogida del público en su segunda semana de exhibición
ÓSCAR BERMEO OCAÑA
El jueves 22 de agosto, el largometraje de Javier Corcuera “Sigo siendo”entró a la cartelera comercial y se hizo un espacio entre los filmes hollywoodenses “Los Pitufos 2”, “El conjuro” y “Percy Jackson y el mar de los monstruos”.
Una apuesta inusual en nuestro medio para un documental, el cual ya se había ganado el respeto del público y la crítica en el último Festival de Cine de Lima. Luego de llenar las salas en su primera semana de exhibición, los protagonistas del trabajo que revalora nuestras raíces musicales reflexionan sobre la repercusión generada.
“En estos días me ha llamado mucha gente para decirme que se han sentido identificados con la cinta”, refiere emocionado el percusionista Lalo Izquierdo.
“En las redes sociales hay bastante entusiasmo por ver la película en el exterior. Ojalá este trabajo siga siendo un ente transmisor de lo que hacemos y quede como mensaje para las nuevas generaciones”, anota el violinista ayacuchano Andrés “Chimango” Lares.
Estamos en una sesión fotográfica con los protagonistas y abundan las risas. La alegría parece ser el lenguaje que se esparce entre todos. Javier Corcuera, director de “Sigo siendo”, considera que las expectativas se van cumpliendo. “Estoy agradecido con el público. Esto comprueba que existe gente que desea ver el cine popular sobre un país oculto, un país que difícilmente lleva su arte a medios masivos. Presentar documentales no debería ser un desafío en nuestra cartelera”, anota el realizador.
La cinta rescata la música de los pueblos del Perú, usando como hilo conductor la magia del agua, desde la Amazonía hasta el mar. A manera de metáforas, las historias de vida se van recreando en la pantalla. “Siento que José María Arguedas está presente en todo el filme. La película está llena de esperanza y poesía porque nuestros artistas están llenos de ello. Un país que canta, a pesar de todo, es un país que sueña”, anota Corcuera.
Victoria Villalobos, cantante criolla, asiente y precisa que “Sigo siendo” es una oportunidad para encontrarse con diversas expresiones culturales, históricamente desvinculadas y subestimadas. “Tenemos muchas razas, lenguajes diversos, que con el tiempo se han ignorado. Aquí volvemos a abrazarnos”.
Javier incide en el respeto a nuestra diversidad cultural. “Somos muchas patrias”, añade. Y a continuación habla del supuesto “boom” musical que tomaría la posta del gastronómico. “Ya existe un “boom” musical, solo que está oculto. Esta película intenta ponerlo en la pantalla. Es una cinta de música popular, es una cinta para el pueblo”, dice con convicción.
Los músicos están inquietos, quieren expresarse de un modo más transparente, espontáneo y natural. Entonces, los discursos ceden paso a los acordes, las voces y los bailes. Es la misma celebración que invade nuestras salas de cine.

Este es otro link donde se encuentra el director y el productor de la película entrevistado por Augusto Álvarez Rodrich http://play.tuteve.tv/videogaleria/programa/169440/2013-08-23

miércoles, 31 de julio de 2013

HERNÁN ROMERO. Entrevistas.

ENTREVISTA. El primer actor, que encarna al doctor Frederick Treves en ‘El hombre elefante’, habla de su trayectoria, del giro que le dio el cristianismo y de sus deseos de incursionar en el espectáculo circense. Pronto estrena ‘La heredera’ con Ofelia Lazo y Regina Alcóver.
Estefany Barrientos F.
Hernán Romero no es un hombre de risa fácil. Define ser actor como “un enamorado de la vida” y sonríe ante la posibilidad de que sus dos hijas compartan ese romance. Fundador del Teatro de la Universidad Católica (TUC) y con varios reconocimientos señala que los premios “no lo envanecen”.
En la obra ‘El hombre elefante’ usted tiene el conmovedor papel que Anthony Hopkins hizo  para el cine.  
Pero la película es triste, melancólica, ¿no? Aquí hay un toque de humor que el mismo Joseph Merrick (‘El hombre elefante’) propone: se ríe un poco de sí mismo, de su deformidad, no es un hombre que maldice, a pesar de su desgracia.
También se aborda el tema de ser aceptado y no serlo.
Al principio mi personaje se siente atraído por un tema científico, pero luego empiezan los cuestionamientos: si es correcto para el hombre elefante hacerlo normal. La alta sociedad va a visitarlo y... hasta qué punto es un sentimiento genuino o es un sentimiento frívolo para tener tema de que hablar.
¿Es cierto que usted llamó ‘suicidio’ al hecho de reconocerse como actor?
Claro, porque cuando decidí dedicarme a esto no existían las carreras intermedias. O eras médico, abogado, militar… Si no eras una de esas cosas no eras nada, y yo opté por ser nada (sonríe). Mi padre se volvía loco; ya después vio que era feliz con lo que hacía y que progresaba. Ahora las temporadas duran mínimo dos o tres meses, y va a ser una carrera de la cual se pueda vivir.
¿Ser cristiano ha determinado la elección de los papeles?
No. Hay papeles que no aceptaría. Por ejemplo, en ‘La celebración’ acepté un personaje terrible, un padre que violaba a sus hijos, pero había que hacer la denuncia y tenía que cumplir una función. Me costó muchas noches de reflexión y de dudas para aceptar ese personaje, pero al final resultó.
¿Desde cuándo tiene ese concepto de ser instrumento y no protagonista?
Hace diez años o doce años. Justo estaba haciendo ‘Las manos sucias’ (la única vez que se ausentó de una función) y se dio la perforación del intestino, me dio septicemia y ahí entendí. Me permitió que siga viviendo.
Después de eso creó ‘La palabra sola’, obra que lo llevó a varios países...
Con ‘La palabra sola’ he visitado todo el mundo y en noviembre regreso a Bolivia.
Es curioso que no se sume al grupo de actores que critican con dureza la televisión local.
Soy un actor. Mi profesión es actuar y me gusta hacerlo bien. No discrimino el medio, ni televisión, ni cine, ni teatro. Si el personaje me gusta, lo hago.
¿Lo veremos de regreso en la pantalla grande?
Tengo una propuesta para fines de octubre o comienzos de noviembre. Es una película blanca para jóvenes, una historia muy dulce. Sería un papá que va descubriendo cosas importantes, eso es lo lindo.
Y será villano en ‘La heredera’ de Osvaldo Cattone y actuará con Regina Alcóver y Ofelia Lazo.
Termino ‘El hombre elefante’ el domingo 4 de agosto y el 8 estreno ‘La heredera’ en el (Teatro) Marsano. Con Regina volvemos a trabajar después de más de 40 años y con Ofelia no había trabajado en tablas. Algunos dicen: “Cómo puedes con dos obras”. Bueno, es como si uno tuviera una serie de casilleros, cierras uno y abres otro (ríe).
Hace poco se inauguró la sala Ricardo Blume. ¿Usted también sueña con algo así?
Tengo muy gratos recuerdos de Ricardo Blume; él ha sido mi maestro, un ejemplo de actor y un ejemplo de vida. Pero yo prefiero hacer lo mío bien y no aspirar a cosas más grandes y fracasar. Lo que llegue, llegará.
En 53 años como actor, ¿hay alguna cosa que le falte hacer?
Circo. Nunca he hecho circo, me gustaría ser payaso, no he hecho ‘claun’ por ejemplo. Soy buen comediante con mi cara seria y todo (ríe).
¿Ya escribió el guion?
No, todavía. Mi hija Patricia es la que escribe. Si se le prende la ‘mecha’ puede ser. ¿Pronto? Lo veo a largo plazo porque uno no sabe qué va a pasar mañana, incluso la próxima hora. Ojalá se haga, me gustaría mucho.